Muy agradecido a los seguidores de este blog, os informo de que termina esta experiencia a la par que acaba el año. La noche que viene es la de los grandes propósitos, ya sabéis, y uno de los míos consiste en ... digamos que administrar mejor la aceleración del tiempo. Ojalá se cumpla esta aspiración y también todas las vuestras. Gracias.

Julio.

Nochevieja de 2013.


lunes, 3 de septiembre de 2012

Omaña / Valdesamario: De romería a La Garandilla (I)




Casa Consistorial de Valdesamario, en el barrio de La Garandilla,
vista desde el campanario de la Catedral de Omaña.





Si lo prefieres con música ...

 



1.- Un lío municipal (o mío)
 
 
Este sábado que viene, 8 de septiembre, toca ir a la romería de La Garandilla. Yo, para hacer boca, ya fui la semana pasada a dar unas vueltas por el término municipal de Valdesamario que es el primero o el último de Omaña, según por donde llega el viajero. Para los que vamos río abajo desde el Puerto La Magdalena, es el último. Para la Administración también lo es, y por muchas razones, pero de eso ya hablaremos. 
Durante siglos, buena parte de esta zona estuvo ligada a la merindad de La Cepeda. En mil ochocientos nosecuantos, se creó de nuevo el ayuntamiento de Valdesamario según certificó don Felipe nosequé en marzo de 1878, cuando el señor gobernador civil le reclamó copias del sello municipal por triplicado. 
He puesto nosequé y nosecuantos porque ni soy capaz de descifrar la fecha de constitución del consistorio ni el apellido del firmante. Puede que sea Fernández, pero no estoy seguro porque la paleografía requiere una paciencia de la que carezco y porque la caligrafía del documento es algo temblona y mal alineada. A propósito, no sé si el tal don Felipe era el alcalde o el escribiente pero, visto el escrito, casi me atrevo a inferir que era el alcalde. 

 
 
Sello constitucional del Ayuntamiento de Valdesamario,
enviado al Sr. Gobernador Civil de León en marzo de 1878.
 
 
Total que, como me estoy haciendo un lío, consulto la wikipedia que lo sabe todo. Y ahí leo que Valdesamario estuvo interrumpidamente perteneciendo al Ayuntamiento de Inicio desde 1845 a 1925.
¡Ya la liamos otra  vez! ¿Interrumpida o ininterrumpida? Supongo que la wikipedia dice bien porque, al parecer, las partículas de población que componen el actual municipio sufrieron mucho movimiento browniano en otro tiempo. Unas se agregaban a Inicio, otras a Santa María de Ordás y otras a La Cepeda. Hasta que al fin, en 1925, de una reestructuración administrativa más acorde con la realidad histórica, surgió el actual ayuntamiento con capital en Valdesamario e incluyendo los pueblos de Paladín y La Utrera -en el valle del río Omaña- y La Garandilla, El Castro, La Velilla, La Parte -satélites capitalinos- más Ponjos y Murias de Ponjos, todos ellos en el valle del Samario.
 



 
 2.- Las aulas geológicas de Minero Siderúrgica de Ponferrada


Una carretera recorre el valle de Samario y entra en El Bierzo por términos de Tremor. Tomando esta vía en La Garandilla, a seis kilómetros y medio y a la mano derecha se ve un cortado grande en el monte, una pared de peña desnuda y tirando a oscura. Entre la carretera y dicho tajo crece una multitud de pequeños abedules. Ya se sabe cómo son  estos  agradecidos árboles que medran y proliferan en el terreno más inhóspito. Creo que a este paraje le llaman Las Coberteras. Pues bien: por aquí explotó carbón la empresa Minero Siderúrgica de Ponferrada cuando ya dejaba de ser La Minero para convertirse en lo que sería después, cuando perdió fama, crédito y hasta el nombre. Desde que empezó a sacar carbón a la brava, La Minero se significó por destrozar montes, arramblar con el beneficio y si te he visto no me acuerdo. 
A veces, los propagandistas de La Minero se encontraron con la potra de que alguno de los barrancos originados a base de dinamita resultó llamativo por lo escarpado o por cualquier otra razón. Entonces, generosamente, se lo regalaron al pueblo afectado en calidad de aula de alto interés geológico y motivo de promoción turística. En Villablino quisieron hacer eso mismo con el monte Feixolín y el asunto está en manos de la justicia. (Así que tenemos para rato).
El caso es que aquí, cerca de Ponjos, la saca de carbón dejó a la vista gran cantidad de fósiles de origen vegetal, de buen tamaño, empotrados en la susodicha pared, como colgados a posta para una exposición. Realmente, el muro era espectacular hace unos años. Y lo sigue siendo, pero mucho menos porque entre las piezas que arrancaron las heladas y demás agentes naturales y las que fue expoliando alguna gente, la mitad del tesoro, formado hace 300 millones de años nada menos, ya desapareció.


 
 




 
 
 
 

Muchas piezas ya desaparecieron.




3.- Los cuatro elementos


Valdesamario: tierra, viento, fuego y agua; los cuatro elementos de que está hecho el mundo según los filósofos presocráticos.






Un escritor nuestro, de los más grandes, suele decir que hay valles o provincias o regiones que son explotadas en plan colonial y cuyo único destino es proveer de materias primas a las regiones más ricas.
Otro filósofo, éste post-socrático y volatinero, copiando una de aquellas máximas que los hippies atribuyeron a los indios norteamericanos, afirmó que la tierra no es de nadie sino del viento. Y el viento, ¿de quién?
El viento que peina los abandonados montes de Valdesamario debe de ser muy fecundo en energía y subvenciones. De otro modo no se entiende tantísimo interés en arañar la tierra con pistas y más pistas -de uso restringido al personal autorizado- para plantar molinos y más molinos de viento.  Digo yo que, al menos, las cuadrillas de bomberos podrán servirse de las pistas cuando el fuego prenda en estos montes de descuidada yesca, en estas gastadas lomas omañesas añorantes de aquel ganado copioso que velaba por la salud y la limpieza de un bosque donde se empeñan en resistir los últimos urogallos.
Y, hablando de fuego, Valdesamario fue también uno de los grandes proveedores para la industria termoeléctrica nacional. ¡Anda que las generadoras de electricidad no hicieron fuego con el carbón de este valle! 
En 1960 Valdesamario tenía 741 habitantes. Hace unos meses le quedaban 220. Las minas a cielo abierto dejaron cicatrices negras en la tierra y poco más. Ya no se ven por ninguna parte ni las tierras de patatal ni las cerezales frondosas que fueron admiración del mundo, ni las fincas primorosamente cuidadas ni los ganados lustrosos ... ni siquiera queda un solo mesón en La Garandilla donde saborear sopa de truchas. En esta tierra apenas se defienden algunos prejubilados, algunos irreductibles creyentes de que solo en la tierra está la verdad, algunos viejos que a dónde van a ir a estas alturas y algunos afortunados que han sabido ganarse la vida en otra parte pero que, en vacaciones y fiestas de guardar, regresan para disfrutar de la tierra a la que pertenecen y de la casa familiar que restauraron con la mayor ilusión del mundo. 
¿Y el agua? No anda ahora muy sobrado de agua el valle de Samario pero, así y todo, le sangraron el río cerca de las cabeceras, por arriba de Murias de Ponjos, para desviar parte del caudal hacia el embalse de Villameca, regar La Cepeda, dar de beber a Astorga y producir kilowatios eléctricos. Y menos mal que quedó ahí el asunto porque, en los años ochenta, también quisieron represar el río Omaña en la Peña de Los Palicos, por arriba de La Garandilla, para enviar el agua al páramo de sed insaciable y para fabricar electricidad. Los omañeses, los de la Omaña Insumergible, se resistieron y el proyecto de la presa quedó empantanado.
Tierra, viento, fuego y agua y apenas nada de lo que vivir. ¡Estamos apañaos!
 




El canal en Murias de Ponjos.




4.- La vergüenza torera de un lidiador omañés

 
De lo que anda sobrado Valdesamario, como toda Omaña, es de leyenda.
Poco más allá del aula geológica pero al otro lado de la carretera, en el fondo del valle y casi escondido entre los árboles, está el pueblo de Ponjos.
 
 

 



 
 
Aquí, en Ponjos, una casita humilde ostenta un precioso escudo de armas en cuya bordura puede leerse: No es Melcón porque es mi alcón pues caza africanas buitres que se atreven a el león. (Intentaré encontrar el documento de probanzas nobiliarias porque la leyenda del halcón que caza buitres africanos promete). Cada vez que paso por esta carretera, me acerco a admirar la pequeña obra de arte y a honrar la memoria de su primer dueño que para eso la puso en la fachada, para que fuera vista, celebrada y contada. En esta ocasión acerqueme y quedeme de piedra, como el blasón mismo, al topar con un caballero que me llamó la atención porque el escudo es propiedad privada y yo tengo que saber para qué lo fotografía usted y usted me tiene que informar de lo que pretende porque si usted se lucra con la fotografía, el propietario tiene el derecho a saber y la potestad de autorizar y usted me tiene que dar a conocer previamente el texto que va a publicar y qué se yo. La zurra fue de cuidado aunque, al final, me permitió acceder a la finca.
A lo mejor no vuelvo.  







 Ilustración de portada de La Malicia Confundida y la Verdad Triunfante,
una reproducción exacta del escudo exhibido en Ponjos.
(Exhibir, del latín exhibēre, significa manifestar o mostrar en público).



Según algunos especialistas en heráldica, los Melcón se instalaron primero en el Valle Gordo y luego en el de Samario. Un personaje significado de este linaje fue don Juan Francisco Melcón quien, antes de caer en desgracia, sirvió al Serenísimo Señor Infante que más tarde sería coronado como José I, Rey de Portugal.
Juan Francisco Melcón es el único torero omañés del que se tiene constancia o, al menos, del que tiene constancia un servidor, no vaya a ser.
Además de correr astados armado de lanza y  garrocha, el maestro escribió un notable libro, La Malicia Confundida y la Verdad Triunfante: carta satisfactoria para desengaño del público y defensa de la inocencia. Lo publicó en 1737 a fin de asear su maltrecha reputación y recuperar los honores y autoridad que le eran propios como caballero y como torero. La ilustración de la portada es una copia exacta del escudo visible en la casita de Ponjos, lo que sugiere que o lo mandó hacer el propio rejoneador o lo hizo algún antepasado inmediato. 

¿Y qué especie de injurias padeció el maestro Melcón para estar tan dolido? En su libro lo aclara. Resulta que, en diciembre de 1736, desde la Viena de Austria, Don Pedro Antonio Pla envió un recado a nuestro torero omañés. Por un criado del Señor Marqués de Valparaíso, el señor Pla se había enterado de que el diestro había tenido un grave contratiempo con la ciudad de Valladolid. Al parecer, estaba llamado a torear en aquel circo en 1732 pero los comisarios del festejo se volvieron atrás al conocer ciertas acusaciones vertidas contra el maestro. Así pues Don Pedro Antonio, en su carta escrita a orillas del Danubio, pedía dos cosas al lidiador de Ponjos: que le aclarase lo ocurrido en la ciudad castellana y, de paso, le enviase de una vez las reglas que tantas veces le había pedido y que debe observar un caballero cuando toree de garrochón.
Le contestó un Melcón que, después de haber tocado la gloria de la Corte, se encontraba en el estado más deplorable, pobre, mísero, abatido y, por si fuera poco, injuriado en su fama, públicamente, al habérsele negado los honores que tienen y deben tener los que gozan de una calificada genealogía.
En 1731 había debutado en la Villa de Hortaleza con gran afluencia popular pero siendo diana para todo tipo de denuestos por parte de sus envidiosos enemigos que lo despreciaban absolutamente debido al estado miserable de su economía y por otras razones que no quedan explícitas. Los dichos malévolos rivales lamentaban no haberlo visto morir en la plaza como era previsible o deseable. My al contrario, resultó que el torero salió a hombros y, cuando celebraba el éxito junto con su padrino de corrida y otros señores nobles muy principales, sus detractores decían públicamente: ¡Qué hueco está Melcón! ¿De cuándo acá pensaba él verse en paraje tan esclarecido?
El torero sintiose muy malherido por las calumnias, improperios y hasta blasfemias, por ver cómo ponían objeciones a su pureza de sangre, cómo no quedaba nada que fiscalizar a la ojeriza de sus rivales y cómo juzgaban delito lo que era ceño de la fortuna.
Pidió entonces Melcón que acudiesen a los archivos para comprobar si se encontraba algún pleito litigado en la Chancillería en amparo de la nobleza de su familia y de su sangre. Nadie le hizo caso y él se dolió mucho más por el menosprecio que la ciudad de Valladolid hizo a su persona. Esa fue la causa de que acordara publicar la carta satisfactoria para desengaño del público y defensa de la inocencia. 
En dicho libro aclara muchas cosas y, entre ellas, la alcurnia de los Melcón de Ponjos. Ahí se dice que, el 29 abril de 1670, gentes de Tremor pusieron demanda de hidalguía de sangre en nombre de Fernando Melcón, vecino del lugar, hijo de Pedro Melcón y Sicilia Fidalgo y nieto de Fernando Melcón y Leonor García, vecinos de Barrio de la Puente, en el Valle Gordo. El proceso se sustanció y, en el año 1675, hubo sentencia declarando que todos los ascendientes de Melcón habían sido Hijos Dalgo notorios de sangre en propiedad posesoria, condenando por calumnia al concejo y vecinos de Tremor de Arriba al pago de 300 ducados de vellón y ordenando se enviase oficio a Ponjos.
Aclarado lo cual, la segunda mitad de este libro o manifiesto de cien páginas contiene la instrucción para torear que reiteradamente solicitaba Don Pedro Antonio Pla. Un servidor, que ni es entendido ni siquiera aficionado a los toros, opina que este manual de tauromaquia es lo mejor del libro.
En fin, ahí quedan estas notas acerca del único torero omañés que mereció ser incluido por el académico José María de Cossío en la magna obra que lleva por título Los Toros: Tratado Técnico e Histórico.



5.- En el camino del Escobio


Decíamos al principio que la Administración ha venido tratando a Valdesamario como el último municipio de la provincia, aunque ya sé que otros ayuntamientos tendrán sus razones para afirmar lo mismo.
En la segunda mitad del siglo XX, para exportar el carbón que arrancaban las máquinas a dentelladas, a La Minero le convino arreglar la pista antigua y polvorienta que pasaba de Valdesamario al Bierzo. En cuanto a la carretera que accede desde la Ribera del Órbigo a Riello, conviene recordar que data del año 2005. ¡Sí, de 2005! Hasta entonces estuvo en uso el mismo Camino Real del que sucesivamente se sirvieron los habitantes de los castros, los funcionarios romanos, los moros para sus aceifas, los cristianos para sus amaños, don Pedro El Cruel y don Enrique de Trastamara para su larguísima y versátil guerra, los Condes de Luna para sus negocios, la Mesta para desplazar sus enormes rebaños, los trajineros de Asturias para distribuir salazones cuaresmales y regresar cargados de pellejos de vino y demás mercaderías, los arrieros de Leitariegos para conducir sus recuas a Madrid ... y qué se yo.  No hace ni siquiera treinta años que el transporte desde La Garandilla a San Martín de La Falamosa se tenía que hacer en carros y el río Omaña debía ser vadeado con zancos cada vez que una crecida arramblaba con los puentes.



 

 
Remontando el curso del río Omaña desde su confluencia con el Luna, el camino por La Garandilla, Trascastro e Inicio subía hasta los altos de Pandorado para confluir allí con otro proveniente de León. Tomaba rumbo al oeste e hilvanaba la sucesión de poblados y explotaciones mineras. En Aguasmestas se bifurcaba. Un ramal, a través del Valle Gordo, terminaba conectando con las minas de Salientes o enlazando con la vía del Sil por Salentinos.
El trazado del camino por La Garadilla constituye la prolongación natural hacia el norte de la vía campamental de Petavonium (Vía 17 Astorga-Braga) y de la Via de la Plata a partir de su entronque en Astorga. Es una vía de raigambre megalítica, principal escenario en la alta edad media de las contiendas entre el reino astur y el emirato cordobés e importante ruta comercial y pecuaria más tarde. Desde Astorga, el camino sigue la Cañada Real de La Vizana hasta la comarca de Inicio, con abundantes minas romanas y asentamientos castreños. Desde allí sigue hasta Sena de Luna. El control en la baja edad media del tráfico de la sal, que discurría por estos caminos desde los puertos cantábricos hasta la meseta, sería una de las bases en que se asentó el poderío económico de la importante familia de los Condes de Luna. (La Construcción del Territorio. Mapa histórico del Noroeste de la Península Ibérica. J.R. Menénez de Luarca. Lunwerg, Barcelona, 2000).
 



A mitad de trayecto entre Trascastro de Luna y La Garandilla, justo al comienzo de uno de los novísimos puentes que vadean el Omaña, se ve un buen camino que continúa por la margen derecha del río, entre el cauce y el monte. 





Este tramo de calzada, seiscientos metros que ya no llevan a ninguna parte, es reliquia de la milenaria vía castreña, romana, medieval, arrieril y pecuaria que enlazó Asturias con la Meseta. El primer trozo -como muestra la fotografía- se ve amplio, plano y muy apañado pero lo que hay más allá es lo interesante de verdad.
 


 
 
Siempre en penumbra, constreñido entre el cauce del río Omaña, la fronda de alisos y la peña, el viejo rompecabezas de piedra se descompone porque nadie lo repara después de cada invierno, cuando el río, salido de madre, arremete contra él malgastando la energía que las compañías eléctricas aun no han podido aprovechar. (Supongo que están en ello).
  
 

Apenas se ve, pero los omañeses del exilio siguen echando pequeños cantos rodados
encima de ella. Es la Peña de La Fortuna aunque no lo parezca.
 
 
Al comienzo del camino,  aunque oculta por escobas y matojos surtidos, aún es posible identificar lo poco que emerge de la Peña de la Fortuna después de que los técnicos que dirigieron las obras de la carretera ordenaran tirarla contra el cauce, a modo de escollera, sin contemplaciones sentimentales, tradicionales, culturales o históricas. Total, no era más que una piedra al lado de una fuente que también se perdió. 
 
En El Escobio, término de Trascastro –escribió César Morán- conserva el camino paredes de sostén y de defensa por la parte del río, obra antigua a todas luces ... En medio de una soledad aterradora se alza la Peña de la Fortuna, terminada en su parte alta en un plano a modo de mesa. Ese plano superior está lleno de menudas piedras. A su lado brota una fuente. Desde los tiempos de Roma hasta el último tercio del siglo XIX, el camino de El Escobio era paso obligado para la comunicación entre una parte de Asturias y la montaña leonesa con Astorga y León. Por él bajaban los emigrantes en busca de fortuna. Al divisar la peña, el viajero tomaba una piedra en la mano, posaba en tierra su hatillo, bebía agua de la fuente, tiraba ritualmente la piedra y seguía su ruta convencido de que, con esos preservativos, la Fortuna le sería propicia.
 
 
 
 
6.- Por donde acaba Omaña sosegada

 
Es asunto curioso de verdad. Omaña acaba en La Piñona de la Utrera, un mojón natural donde precisamente empieza un municipio llamado Las Omañas cuyos términos pertenecen a la comarca conocida como Ribera del Órbigo.  ¡Vaya lío! Unos ocho kilómetros más abajo de La Piñona, entre Santiago del Molinillo y Secarejo, se acaba el río Omaña como se acaba el río Luna. Allí se funden los dos para llamarse Órbigo.
 
 
 


Por La Garandilla, entre la arboleda, el valle de Samario desagua en el río Omaña. A lo lejos, muy a lo lejos, se adivina la Sierra de La Filera y demás montes que lindan con Luna y Babia.




 
Aguas abajo de La Garandilla viene Paladín, el del evocador nombre, el único pueblo del municipio que está a la izquierda del río. En otros tiempos, el puente colgante del Lloncín servía a los vecinos para pasar a La Utrera. Cuando el agua se llevaba el puente, quedaba el recurso de los zancos. Hoy a Paladín llega un ramal de carretera y, además, sobre el pozo y la playa del Lloncín hay un puente colgante y flamante para disfrute y solaz del veraneante.
La urbanización de Paladín es una sola calle, una recolusa -¿díjelo bien, Margarita? que baja de norte a sur y por donde, en los deshielos, escurren las aguas como si fueran un río paralelo.
 








De esta fuente pública de Paladín mana agua bendita.

 


Por debajo de Paladín, a la derecha del río, viene La Utrera ...






... y continúa la fronda tan densa, tan oscura, que el río apenas sabe por donde va. Pero allá al fondo, a su derecha, el mojón de La Piñona le manda un aviso: hasta aquí, Omaña, desde aquí, La Ribera. Ahora el río ya sabe que enseguida va a perder hasta su nombre.



 

7.- La Garandilla

 
 

 
En La Garandilla el río de Samario aboca al Omaña.
 
 
Uno de los cinco barrios que componen Valdesamario es La Garandilla. Dice Margarita Álvarez que posiblemente Garandilla proceda de gándara, lugar poblado de maleza y poco productivo. La leyenda lo corrobora cuando afirma que la Virgen se apareció en un área pantanosa que habría sido desecada para permitir la construcción de una capilla allá por los tiempos de la reconquista. El templo actual data del XVIII según atestigua la inscripción IHS, Maria, Joseph Año 1728 visible fuera, en los modillones de la cabecera. 

 

 
 
 
 
 
 
Tuve la suerte de conocer a Aurora, -Aurorina-, bella mujer que volvió con su marido al pueblo y ahora carga con una responsabilidad que casi nadie quiere en ningún sitio cuando se trata de hacer milagros, o sea, de administrar lo poco y mantener lo mucho. Ella me abrió la puerta del santuario para que pudiera tomar unas cuantas fotografías porque el día 8, con la multitud, será imposible.
Empecé subiendo al campanario.
 
 
   


La coruja fue deshauciada de la torre cuando se hizo la restauración que tanto urgía, pero parece que ya ha vuelto y que se alimenta bien a tenor del trabajo que da la limpieza del suelo. 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Mientras Aurora no deja de cazolear -ella y sus colaboradoras tienen muchísimo que hacer aquí antes del día grande- yo la estorbo fotografiando todo lo que no se mueve: el coro, la decoración de las bóvedas, los retablos, las pinturas, las imágenes.
El Museo Catedralicio Diocesano de León guarda una Virgen con Niño, del siglo XII, que procede de esta iglesia. La talla de la foto superior es una réplica.
La Virgen titular, Nuestra Señora de las Angustias, -foto inferior- es una Piedad del XVII. Sale en procesión cada 8 de septiembre y por delante lleva siempre un magnífico pendón cuyo mástil robusto, alto, soberbio, solo se inclina y humilla para pasar bajo los cables de las compañías telefónicas y la de la luz que no respetan ni a dios. ¡No te digo!
 
 
 
 
 
Cuando termina la ceremonia religiosa, los devotos desfilan por el camarín de la Virgen, le besan el manto y luego reciben el pan de la caridad y una copa de vino.
 
La romería de La Garandilla tuvo en su tiempo gran predicamento y a ella concurrieron artesanos y feriantes de los cuatro puntos cardinales. Este fue un lugar muy animado merced a los ganaderos, tratantes, arrieros, viajeros y hasta tahúres que encontraron amparo en sus ventas y mesones. A finales del XIX y comienzos del XX, la apertura de las carreteras de León a Caboalles por Omaña y por Babia y la de Ponferrada a La Espina desvió el tráfico y acabó con aquel trajín antiguo. César Morán dejó escrito que, hacia 1925, el lugar tenía ya poco movimiento.
 
 
 
 
 
En fin, el sábado nos vemos en La Garandilla si no hay novedad.
(Que, en los tiempos que corren, nunca se sabe).
Entre tanto, ahí quedan Aurora y su gente poniendo el templo de punta en blanco.
El sábado nos vemos.
 
 
 
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